Por qué escribí a la Comisión Europea
Me llamo Sofie Devlieger. Soy doctora en química, formadora en el sector de la belleza y directora general de una empresa mayorista de productos profesionales para uñas. Trabajo cada día con profesionales que ejercen su oficio con pasión, cuidado y conocimiento. Personas formadas, que trabajan según las normas más estrictas y que – al igual que yo – creen en la seguridad, la innovación y la ética.
Sin embargo, observo con preocupación cómo algunas normas que deberían protegernos tienen a veces el efecto contrario.
Tomemos como ejemplo la reciente decisión de la Unión Europea de prohibir el ingrediente TPO (Óxido de fosfina de difenilo y trimetilbenzol) en los cosméticos. ¿La motivación? Resultados de experimentos con animales realizados bajo la legislación REACH.
Y ahí es donde está el gran problema.
Según el Reglamento Cosmético Europeo (CE 1223/2009), las pruebas con animales para cosméticos están prohibidas. No solo su realización, sino también el uso de datos obtenidos por medio de ellas como base para evaluaciones de seguridad. Esta prohibición existe desde el año 2003. Nosotros trabajamos con métodos de prueba alternativos, bajo estricta supervisión, dentro de un marco legal y ético.
Pero ahora resulta que bajo la legislación REACH sí se han hecho pruebas con animales sobre el TPO – entre otros para tintas UV y pinturas – y que esos resultados se están utilizando para prohibir el TPO en cosméticos.
Reflexiona un momento sobre esto.
- Se administró TPO por vía oral a ratas, a pesar de que nuestras etiquetas indican claramente “no ingerir”.
- Se aplicó TPO en los ojos de conejos blancos de Nueva Zelanda, a pesar de la advertencia estándar de cosméticos “evitar el contacto con los ojos”.
- Se aplicó TPO sobre la piel irritada de ratas, cuando nosotros indicamos explícitamente: “no utilizar sobre piel irritada”.
Y como si eso no fuera ya absurdo: también se hicieron pruebas con 30 personas que debían aplicar y retirar TPO tres veces por semana durante un mes. ¿El resultado? Ninguna irritación ni reacción cutánea.
Aun así, se prohibió el uso de TPO en cosméticos.
Me hago serias preguntas al respecto. No solo como química. No solo como distribuidora. También como ciudadana, profesional y ser humano. Porque esta forma de proceder – aplicar una prohibición basada en pruebas con animales REACH al sector cosmético – socava la prohibición de experimentación con animales en nuestra industria.
Parece una puerta trasera legal. Una manera sutil de permitir que los resultados de pruebas con animales influyan en la legislación cosmética. Y eso no solo es cuestionable desde el punto de vista legal, sino también fundamentalmente injusto para todos los que sí cumplen las reglas.
Por eso he escrito una carta oficial a la Comisión Europea solicitando aclaraciones. También he informado al SFPS Salud Pública, a los ministros flamencos y federales competentes y a la organización de derechos de los animales GAIA. En mi carta adjunto el informe completo de los ensayos con animales – que es simplemente impactante.
¿Por qué hago esto?
Porque no puedo quedarme de brazos cruzados.
Veo todos los días a colegas y clientes reconstruir sus vidas y carreras después del COVID. Invierten en calidad, formación y ética. Y luego llega esta medida, basada en un precedente deontológicamente incorrecto y jurídicamente dudoso, que vuelve a sacudir nuestro sector.
Tal vez no cambie nada.
Pero tal vez sí.
Y si nadie alza la voz, seguro que nada cambiará.
Como canta Within Temptation:
“Someone has to take a stand against evil. Why should it not be me?”
No soy activista.
Soy una científica. Una empresaria. Una formadora.
Pero sobre todo soy alguien que cree en la justicia, la transparencia y la responsabilidad.
LA SAGA DEL TPO CONTINÚA…
Pero mientras nadie luche, nada cambiará.
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